Travesía nace de la inquietud, del desasosiego, del deseo de superar barreras y alcanzar nuevos paisajes.
Nace, sobre todo, de una voluntad genuina de ir más allá de lo visible, pues no pretende simplemente cruzar, sino sumergirse, llegar tan hondo como sea posible, soltarse de las ataduras y fluir con la marea.