Al adentrarse en el Atacama, la sensación es que todo está en su justo lugar; lo que quedó, pertenece a este desierto que un día fue mar.
Cada paso guía por paisajes místicos, con colores contrastantes y texturas fascinantes.
Cada disparo fotográfico es una muestra de reverencia hacia un lugar cargado de memoria, donde se puede sentir la tierra vibrar como forma de contar cada historia escondida.