Fotografiar en Sudáfrica fue el inicio de un viaje en la fotografía impulsado por el miedo y la curiosidad.
Todo guiado, básicamente, por el instinto y el deseo de aprender sobre algo tan distinto de la realidad cotidiana.
Una experiencia impregnada de adrenalina por saberse dentro del territorio del depredador, y al mismo tiempo, por observar la belleza de la coexistencia entre animales tan distintos, que parecen regirse por un código invisible de respeto mutuo.