No se trata de estar completo, sino de reconocer la fuerza que existe en cada fragmento dejado cuando la vida lo desgarra todo.
Está lejos de lo que la mente piensa y muy cerca de lo que el alma desea.
No tiene que ver con la espera, sino con lo que uno es ahora, en su forma más primitiva y pura.
Cargado de furia, delirio y embriaguez.
Hecho para incendiar. Voraz. Visceral.
Algo que brilla y quema. Excita e inflama.
Una inquietud constante, pero también rendición, entrega y redención.
Reconocimiento y perdón. Alivio y renacimiento.